El frío lo recorre todo pensaba, asumía su condición y se rendía a la idea de que hoy sería como ayer, nada estaba por cambiar, nada.
Ropa sin placares; sueños sin camas; hambre sin mesas; Esperanzas sin destino; esa era la realidad, aunque por momentos la engañaba a cachetazos y se sustraía al limbo de los sin razón.
vagar no era su deporte pero se le daba bien, solamente paraba cuando la lluvia arreciaba y lo impedía. En esos momentos se suspendía en un mundo fantástico que nadie podía entender o ver; ese era su lugar mas allá de nosotros los demás, que en la lejanía nos abandonaba. Su mirada perdida recordaba a la mas pulcra de las miserias humanas, el abandono.
Sus pies eran escarpados de rozar y rozar contra el mundo; su cara era esa barba larga sucia que recordaba que la suerte un día dejo de respirar a su lado; sus manos, las mas oscuras que se hayan visto, siempre intentaban quedarse inmóviles pero su franca locura se adueñaba de ellas.
Siempre escoltado por su caballo sin granadero, como le gustaba imaginar a su perro; al perro era al único substantivo que podía agregarle un adjetivo posesivo. Habrías llorado de solo verlo pero te lo impedía su molesta insistencia constante de hurgarte para encontrar algo que comer. A pesar de todo lo había protegido y sacado de mas de un lío.
El no se preguntaba sobre los demás, no los miraba con desprecio, no los examinaba y diagnosticaba con su mirada, mas bien se ocultaba de la vista inquisidora de los terceros.
El nació vivió y se fue antes de que yo siquiera tocase este mundo, no lo conocí, pero se muy bien como era, porque mi bis abuelo siempre y cada una de las navidades que se presentaron no dudo en cederle un placar, una cama, la mesa y compañía.
Todas esas noches sabía que debía tocar solamente la puerta y esta se abriría para tener a los demás para él aunque sea una noche. A mitad de la noche como el viento que lo había traído sigiloso se retiraba sin que nadie lo viera hasta el año que vendría. Pasaron una navidad tras otra y la abuela sabía poner ese plato que no sobraría, que nadie como él apreciaría.
Una navidad no volvió…esa fue la navidad que mas entristeció al abuelo
….para ivi
Gracias a Tesa Medina por prestarme una foto tan acorde. Tesa es una de mis fotografas preferidas...pasen por sus blogs y admiren como tiñe de belleza la red.
ResponderEliminarmmm groso amigo es muy triste esto, no se por que la dedicatoria espero que se aclare.
ResponderEliminarperfecta la foto.
mmm esta viene dedicada jeje ni me meto...disfrutala IV mientras dure
ResponderEliminarno hagan apreciasiones en sus cabezitas cosmopolitanizadas...
ResponderEliminarBesos nenas
Qué buena compañía para esta foto que hice una navidad en Madrid. No suelo retratar la miseria, ni a los vagabundos, pero él vistió a sus perros para tocarnos las sensibilidad.
ResponderEliminarHay que ver, tenemos más empatía por los animales que por las personas, y si van sucias y tienen la mirada hacia dentro mucho más.
Fue un placer descubrir tu blog. Me removió el texto, y me gustó el final donde se descubre que no todo el mundo es indiferente a la miseria.
Un beso, Chorchu
Gracias Tesa por tus palabras..a mí me sorprendió mas encontrar tu foto y ahora que me cuentas que él vistió sus animales para posarla me gusta mas aún.
ResponderEliminarNo solo tenemos empatía, creo que los amamos mas pero solo es por un echo de que ellos nos quieren mas que los humanos mismos, nunca nos abandonan y son fieles hasta el final como nadie.
Un beso Tesa y cuando este por España no perderé la oportunidad de pasarme por Barcelona para saludarte....y mujer ponte a enfriar desde ya unos Riojas